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kwa

Paulo

23:18
Sigo pensando en Paulo, y siento que sólo hablando de él podré desprenderme de esas sensaciones que quisiera repetir.

La primera vez que lo vi estaba tomándose una caña en la estación marítima con Santi, su amigo. Santi tiene una preciosa melena y ojos verdes. Parece muy alto, pero en realidad es su largo tronco y sus piernas cortas lo que provoca esa impresión: no me debe superar en más de tres centímetros. Paulo a su lado parece un junco (salvaje). Lleva una camiseta azul, del tono del fondo de mi blog y uno de esos cinturones retro de color naranja. Enseguida me lío hablando con la monitora y me olvido de los dos.
Esa noche, después de cenar, charlando en el barco, me sorprendo cuando Santi me dice que tiene 21, y me dice que yo parezco más joven. Todos juntos charlamos de esto, de lo otro, y es cuando empiezo a interesarme en Paulo, en su forma de hablar, en lo que dice. Poca gente me sorprende últimamente, los veo demasiado previsibles, demasiado planos. Paulo le pregunta a la monitora si se pueden fumar porros, y la monitora, lógicamente, le dice que no. Y se van los dos fuera, al muelle. Ese día nos acostamos pronto.

Al día siguiente, ya de ruta, nos paseamos por todo el barco y tocamos todo lo que se puede tocar. Él sube al palo mayor. Paulo siempre era el primero para todo, el más decidido.Yo iba a subir después de él, pero una llamada de teléfono hizo que Santi pasase delante de mí, y al final no hubo tiempo para que subiese yo.
Bajamos a la isla, paseamos, y todos nos bañamos. Le presté mis gafas, con las que había visto un par de peces, y nos quedamos solos nadando a lo lejos, en un mar azul como su camiseta, un buen rato. Me avisaba cuando veía alguno, pero yo, sin gafas, no veía ni jota, aunque me hacía el interesado, me sumergía y salía más allá...
De vuelta al barco para ducharnos contó su enigma, que al parecer le gustan bastante. Dejó el suyo en el aire y un par de chicas contaron otros. Me esmeré en encontrar la solución al suyo, quería causar una buena impresión. Me distancié, y al rato, volví y le dije la solución. Por cierto, la habeis encontrado? El truco está en pensar más en las palabras y menos en los números...
Esa noche nos quedamos charlando otra vez, y poco a poco la gente se fue retirando. A las cuatro de la mañana sólo quedábamos los dos chicos de la tripulación, él, otra chica y yo. Le pedí un tiro. Hace un mes y medio que dejé de fumar, y sólo le di un par de caladas. La noche pasaba entre risas, fogonazos con otros barcos y discusiones sobre la vida en otros planetas (determinado por la barbaridad de estrellas, fugaces a veces, que se veían tumbados en proa). Se fue a dormir. Y yo a la media hora.

El domingo nos bañamos desde el barco fondados cerca de otra isla , y fue el primero en tirarse en plan Tarzán con una liana. Yo lo hice algo después, pero me salió bastante churro la verdad. Y el viaje terminaba. Las chicas empezaron a recopilar direcciones de e-mail, alguna me pidió la mía, yo apunté otras. Pero como él no me la pidió, yo no me vi capaz de pedírsela. Al final, la monitora decidió apuntar en una hoja todas para enviarnos fotos del barco desde fuera, con las velas abiertas, que nosotros no podíamos hacer al estar dentro, y aproveché para apuntar la suya casi a escondidas. Aunque la apunté, no tenía intención de escribirle.
De vuelta a la estación marítima, se puso a tomar una caña con su amigo, en la misma mesa que dos días antes. Cuando vió que unas chicas y yo nos íbamos, vino a despedirse. Se dirigió primero a mí, y me dijo "Si voy un día por .... te busco". No sabía que él andaba cerca cuando comenté donde trabajaba.

Hoy le he escrito un mail. Le he escrito esto:


Hola Paulo.

Como no llevé cámara de fotos el fin de semana te agradecería que me mandases alguna foto de las que le hiciste al barco. Gracias. Yo encontré en Internet la que te adjunto, que me gusta bastante, pero tiene poca calidad.

A ver si nos cruzamos un día por ahí.
Un abrazo.


P.D.
En un reino en crisis, el rey Magnánimus pretende eliminar a sus tres sabios consejeros, pero les propone una acertijo que si lo resuelven les perdonará la vida. El rey coloca a los tres sabios en fila india. - "Dispongo de cinco sombreros, tres blancos y dos negros. A cada uno de vosotros os pondré uno de estos sombreros en lo alto de vuestra cabeza, de manera que seréis capaces de ver el sombrero que lleva el que está enfrente vuestro pero no el vuestro (de modo que el último sabio de la fila ve a los otros dos, el segundo sabio solo ve al primero y el primer sabio no ve a ninguno de los otros sabios). El juego consiste en que debéis de adivinar lo antes posible el color del sombrero que lleváis y justificar como lo habéis adivinado. Pero si uno de vosotros se equivoca, morireis los tres!!!" - dijo el Rey. Entonces el Rey colocó a cada uno de los tres uno de los sombreros blancos y guardó los dos negros. Empezó preguntando al último de la fila que por temor a morir no respondió nada. Continuó preguntando al segundo que tampoco respondió. Y cuando le tocó al primero, éste respondió: - "Majestad, ¡mi sombrero es blanco!!" -.

¿Cómo lo supo?.



Y le mandé la foto que ya visteis.
Buenas noches. Da gusto escribiros.

3 comentarios

L. -

Muchas gracias por tu sincero comentario a mi último post en mi página, que agradeco especialmente y que será muy tenido en cuenta.

kwa -

El corta-pega me ha jugado una mala pasada y mi nombre (el irreal para vosotros) se ha colado entre las líneas...

Si has estado atento, L., ya lo sabes. El acertijo no lo he querido poner muy difícil, seguro que ya sabes por qué.
Besos. Kwa.

L. -

La respuesta a tu acertijo no es complicada, basta pensar en por qué los dos primeros no respondían: no estaban seguros de la respuesta, y no lo estaban por una razón. No quiero dar más pistas para no chafar el misterio. En cuanto a tu aventura el fin de semana, estupenda. Seguiré atento el desarrollo... suerte!